miércoles, 28 de diciembre de 2016

Sobre mi anarquismo, o el manejo de las contradicciones

Muchas veces se me cagan de la risa en la cara cuando digo que soy anarquista, que no pienso que los Estados deban existir, al igual que las tres ramas de los ejércitos, las fuerzas de seguridad, las divisas, la alienación de las grandes megalópolis, las naciones, las fronteras, el sistema capitalista (en todas sus vertientes), el sistema comunista (en todas sus vertientes), el sistema fascista (en todas sus vertientes), la banca, la bolsa de valores ni los juegos de azar por dinero para enriquecerse.
Se me cagan más de la risa cuando les digo que aparte de anarquista, soy católico, que banco a Francisco, que es congruente ser católico y anarquista y bancar a Francisco, porque si bien estoy en contra de las autoridades estatales y sus fuerzas de dominio, soy consciente de la necesidad de trasendencia del ser humano, de su necesidad de creer en algo más allá de lo terrenal y que en pos de las libertades de todos no podemos privarnos de la libertad de creer, si queremos, en Dios Jehová, Yahvé, Alá, Buda, Zoroastro o el Spaghetti Volador. Y que así como existen padres en la familia que nos guían, también hay quienes nos pueden guiar en la religión, algo que es conocimiento aparte de fe.
Si para colmo les digo que aparte de anarquista y católico, una rara combinación si las hay, les digo que no milito en agrupación anarquista o de otra inclinación política alguna (ni masónica, ni paramasónica, ni religiosa, ni económica, ni no gubernamental ni lo que sea), que no veo un anarquismo en 100, 200, 1000 o 1500 años sino más allá, que es un destino inevitable hacia el que el mundo se dirige a pesar del Mundo Feliz o el Gran Hermano hacia el que pareciera irse el mundo, que el triunfo final es el de un mundo libre, aunque pendule hasta ese hermoso momento entre ráfagas de bellas libertades y penosas restricciones.
Pero esto todo no alcanza para que verdaderamente se me revienten del todo de la risa. Si les digo que además de todo esto (o sea que soy anarquista, que sostengo que tengo fe en un Dios y que veo ese mundo anárquico casi como un acto de fe en el que desembocará inevitablemente, a pesar de todo, por el devenir de la Historia), que lamentablemente vivo en el presente, que vivo en un mundo que es capitalista, que soy consciente de ello, que a pesar de todo lo anterior sé que en el capitalismo hay que ganar dinero (no a cualquier precio, sino humanamente, racionalmente, sin explotar al otro, con ética y moral) para tener que comprar comida si no se tiene lugar donde cultivar o tener hacienda (y aún para ello es necesario dinero), para avanzar en el fascinante mundo de la tecnología, para comprar un libro, para poder ir y venir a donde necesite llegar, para vestirme, para beber, para pagar impuestos ("Para al César lo que es del César" o algo así, ¿no?), para comerciar, para comprar remedios que nos curen, para comunicarnos, etcétera. En fin, que a pesar de ser esa mezcla de un anarquista católico con proyección de su ideología a un futuro inalcazable para dentro de quizá demasiadas generaciones, aparte soy consciente de que se necesita dinero para vivir en el presente, en este sistema en el que vivimos, y no hablo de darse lujos. Y se me cagan de la risa con todo esto.
Pero pasa algo que es raro. Cuando a uno se le cagan tanto de la risa por cosas como esta, ocurre que deben pasar dos cosas. O bien uno es un payaso ya que solamente causa gracia por su chistoso pensar y creer tan aparentemente contradictorio, o bien los sueños de los demás tienen las alas demasiado cortas por intereses creados por ellos mismos o, más siniestro aún, por otras personas que deciden por ellos.
Nada más les pido algo: que soñemos, que podamos tener fe, que hay que leer más, que hay que informarse como sea, sin importar la utopía que uno tenga.
Les pido pocas cosas. No nos dejemos pisotear nuestras creencias. No negociemos nuestra dignidad. No dejemos que otros decidan por nosotros. No permitamos que alguien se crea superior a nosotros, porque nacimos iguales ante la ley y, para los que tienen fe, ante el Dios en el que crean. No dejen de pensar por sí mismos. No dejen de absorber conocimientos, porque (como la verdad) nos harán libres. No dejen de ser éticos. No se dejen avasallar por nadie. No negocien sus ideales ni transen, en lo que puedan, con lo que no les es ético. Sean leales a sí mismos y a los otros. Crean en algo. Amen. Sean felices. No le den espacio a los que se ríen de ustedes, a los que los quieren humillar, a los que por pensar o creer distinto los someten a burlas, humillaciones o persecuciones. No caigan en la tentación de dejarse ganar.
El Mundo es nuestro. Tomemos posesión de él aunque sea lentamente. Tarde o temprano, inevitablemente, la victoria será la de toda la Humanidad.

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